Esto significa que el uso global de carbón en la generación de electricidad debe para 2030 caer un 80% por debajo de los niveles en los que se usaba en 2010. Además, no es solo una medida ambiental adecuada, también lo es económicamente hablando: más de la mitad de la capacidad renovable agregada en 2019 logró menores costos en la generación de energía que las nuevas plantas de carbón más baratas. (Fuente: ONU)