La estrategia, conocida como REDD+ (reducción de las emisiones de la deforestación y la degradación forestal) suena simple: las naciones ricas e industrializadas pagan a los países que están en desarrollo por conservar los bosques y evitar las emisiones de dióxido de carbono que se derivan de destruir los árboles. Sin embargo, hacer que REDD+ funcione ha sido complicado, en gran parte porque sus arquitectos aún no han diseñado el mercado global de carbono que iba a pagarlo. (Fuente: Mongabay)