En concreto, los científicos estiman que se producen entre cien y casi mil millones de víctimas anuales por estos accidentes, especialmente contra edificios cubiertos de cristal o iluminados por la noche. La razón es sencilla: las aves, o bien confunden las ventanas reflectantes con el cielo abierto, o simplemente se sienten atraídas por las luces. (Fuente: Ambientum)