Bajo las ciudades yacen grandes recursos energéticos que podrían ser aprovechados para calentar en invierno y enfriar en verano los edificios. Es la conclusión a la que han llegado científicos suizos y almanes tras comprobar que el aumento de calor en el subsuelo urbano se debe, principalmente, al incremento de la temperatura en la superficie y a la liberación de calor de los edificios.