Ni el pasado otoño ni lo que va de invierno han logrado frenar la escasez de precipitaciones que encadena Galicia desde la primavera del 2011. La sequía ya es ofi cial y los datos la avalan. El año pasado fue el segundo más seco desde 1961 y todos los meses, excepto agosto, registraron valores de lluvia inferiores a la media climática.